PÓLVORA Y CONFORT

lunes, 18 de julio de 2011

ENTREVISTA CON FERNANDO RIVERA CALDERÓN, MONOCORDIO

MONOCORDIO, DIEZ AÑOS AFINANDO SU UNIVERSO

El grupo de rock mexicano liderado por Fernando Rivera Calderón, Monocordio, celebrará su primera década con un concierto en el Teatro de la Ciudad.

Fernando Rivera Calderón es un personaje que ha sabido sobrevivir a diversos mundos creativos pero que de alguna u otra manera se pueden llegar a sintetizar en dos polos: el periodismo y la composición musical. En el primero ha pasado la mayor parte de su vida, siempre inmerso en los medios de información. Sin embargo, es en la segunda expresión, con su grupo Monocordio, donde logra externar sus inquietudes existenciales más profundas.

El Monocordio es un instrumento con el que Dios afina el universo, mismo con el que Fernando Rivera Calderón ha enriquecido a su agrupación musical por diez años. Esta primera década le sirvió a Monocordio para madurar, y lo hizo sin la necesidad de hundirse en el victimismo de la escases de espacios o la nula atención por parte de las casas disqueras. Al contrario, siempre fue constante con su propuesta y hoy los resultados se aclaran; es decir, su panorama actual es mucho más brillante.

Esta agrupación está de fiesta, celebrará su primera década de vida. Por lo tanto, sus integrantes preparan un concierto en “el recinto más hermoso de la Ciudad de México”, según el propio Rivera Calderón, en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”. El próximo 30 de julio Monocordio subirá al escenario para recorrer sus cinco discos grabados hasta hoy (Monocordio, 2002; La hora del tiempo, 2004; El primer rayo de sol, 2006; La verdad es una mentira en los ojos de quien la mira, 2008; El diablo es el ego de Dios, 2010).

¿Cómo poder sintetizar una larga vida ya de Monocordio, diez años, en una sola noche, en un solo concierto?
FERNANDO RIVERA CALDERÓN: Pues es que a veces diez años se te hacen como si fuera una sola noche. La vida cuando la vez en perspectiva parece que fue un solo instante. Parece que fue ayer cuando conocí a Chava Rock (risas al saludar al conocido reportero), y la verdad es que el tiempo pasa de una manera en la que no te das cuenta de ese transcurso. En dos horas de concierto creo que es el tiempo ideal para poder hablar de diez años. Es el tiempo justo para hablar de las cosas trascendentes e importantes, no a nivel cronológico, no a nivel histórico ni periodístico, las cosas más trascendentes a nivel emocional. Y es que al final es de lo que te acuerdas. Cuántas veces te puedes enamorar o cuántas veces puedes estar en el hoyo en la vida, no son tantas, y esas emociones son piedras en el camino, como si fueras Hansel y Gretel pero en vez de dejar migajas de pan, vas dejando como huellas emocionales. Para mí cada canción de Monocordio es como una pisada emocional en el planeta del tiempo de mi vida. Ver ese camino me es muy significativo y supongo también lo es para los que han vivido y compartido esas canciones a lo largo del tiempo.

El grupo que encabezas ha tomado el instrumento con el que Dios afina el universo para existir, ¿Tú crees que Dios estaría satisfecho con el trabajo que ha realizado Monocordio?
FRC: No me gusta hablar en nombre de Dios porque eso ya lo hace bastante Norberto y los representantes de la iglesia católica (risas). Yo trato de llevarme bien con la idea de Dios porque es una idea sensacional, quizá la mejor que han podido tener los seres humanos. Tengo una visión de él como un poco difícil de explicar pero desde luego que si existe una energía vital tan poderosa como para crear lo que existe, no podría estar en desacuerdo. La música para mí es lo más cercano a Dios y si hay algo cercano a la oración para mí, es hacer música.
Yo viví con mis abuelas, que eran muy religiosas, rezaban y me invitaban a rezar con ellas y veía su honestidad a la hora de rezar. Yo no tengo fe en estos dioses como con cara y cuerpo o de estas religiones que te facilitan de algún modo el entendimiento divino, pero si entiendo el significado de lo que es una oración y para mí hacer música es eso, es tratar de conectarme con esta energía que fluye, que no se detiene, que permite que crezcan las plantas, que el viento se lleve las nubes, que fluya el agua, que todo fluya. Entonces la música es como tratar de montarte en el ritmo y en el fin natural de las cosas. En ese sentido, pues quizá Dios podría estar muy contento… y el Diablo también porque finalmente son el motor de que las cosas existan.

Tus letras tienen una base yo creo que muy filosófica, se contraponen con las letras de muchos grupos que piensan más en la forma que en el fondo; en este sentido, ¿tú sí buscas generar una reflexión en la gente con tus mensajes?
FRC: Pues mira, soy desde niño un gran amante de la literatura, me gusta mucho escribir y me gusta hacerlo como un ejercicio de comunicación. Me gusta escribir para generar un diálogo, no para someter a todo el mundo a un monólogo eterno. Entonces, yo lo que tengo sobre todo son dudas y mis canciones lo que proyectan más que certezas son inquietudes, preguntas, algunas tesis o teorías que tengo sobre nuestra vida en este proceso tan raro en el que nos vamos alejando paulatinamente del espíritu del que somos parte. Yo que soy una persona que sí tiene un sentido medio cósmico y medio místico de la existencia, siento que somos seres que cada vez nos alejamos más como de esa raíz emocional y espiritual de donde partimos, o de ese mundo mágico en el que construimos lo que somos históricamente. Nos construimos en una sociedad tribal que creía en lo sagrado, en lo mágico y cada vez nos desprendemos más de eso. Yo quisiera ser con mi música un retrato del ser humano de esta época que todavía puede hablar de Dios, que todavía tiene una noción de este criterio sagrado tribal pero que a la vez también avanza hacia un no sé qué, hacia una especie de nada racionalista que no sé a dónde nos va a llevar: quizá a la destrucción.
Quisiera que mi música pudiera ser un retrato de esta época en ese sentido, de las inquietudes, las obsesiones y las funciones de un hombre de esta época que siente ese desapego y que a la vez está tratando de encontrar de nuevo el sentido espiritual y el sentido a la vida.

¿Cómo logras vincular tu actividad de músico con la de periodista dentro de un periodismo del que mencionabas estás desilusionado?
FRC: Sí bueno, el periodismo son muchas cosas, los periodistas son muchos, quizá estoy desilusionado de un cierto sector del periodismo con el que me ha tocado convivir durante los últimos diez años y que me parece como muy frustrante, muy decepcionante su actuar (con el paso de los años) y muy incongruente además porque creo que el periodista siempre tendría que estar como mirando hacia abajo, mirando a los que están menos protegidos por el sistema y siento que están jugando otro juego, siento que están completamente aliados al poder y que le están dando la espalda a la gente, algo que los mismos medios están resintiendo.
Cómo vinculo, pues de algún modo en El Palomazo Informativo (proyecto musical alterno de FRC) logro vincular la música con el periodismo haciendo como caricaturas musicalizadas. Pero lo que sucede con Monocordio, el único vínculo que tiene, es que realmente cuando ya no puedo más con el periodismo, mi conciencia me catapulta al amor y a la música, y viceversa, cuando ya no puedo con el amor y la música, eso me catapulta y regreso a la frivolidad del periodismo. Y digamos que a sí me la paso, como una pelotita de ping-pon volando de un extremo al otro de la mesa, de la parte de las emociones, a la parte de los hechos, las noticias y las interpretaciones. Y así más o menos juego mi vida.

Mencionabas también ese ser juez y parte ¿Cómo te hace sentir esto?
FRC: Pues ahora ya no lo ejerzo tanto como juez y parte pero antes me hacía sentir un poco culpable. La verdad es que ahora lo único que me permite es tener mucha mayor experiencia y mayor colmillo tanto a la hora de enfrentar a mis amigos músicos como a la hora de enfrentar a mis amigos periodistas. Al principio me asustaban un poco las conferencias de prensa, de repente me llegaban a agarrar mal parado en algunas preguntas pero ahorita la verdad si me siento como un viejo lobo de ambos mundos. Conozco prácticamente a todos los colegas, he estado con ellos de ese lado de las sillas haciendo preguntas y también conozco a todos los que están del otro extremo. Entonces simplemente tengo una experiencia privilegiada en conocer a ambos mundos, en entender qué es lo que los colegas de la prensa pueden necesitar de un artista. Me han tocado conferencias horribles en el que el artista responde con puros monosílabos, o sea ¡no seas así de cabrón, ayúdanos!, todos tenemos que sacar nuestra nota. Y viceversa, hay juegos de los medios en los que quieren que tú caigas y en los que yo también les puedo decir - no gracias, mejor hablemos de mi música-. Pero eso es más que nada “colmillito”, lo vas agarrando a lo largo del tiempo.

Trabajaste desde luego en la Mosca en la Pared, una revista que, desde mi punto de vista, sí hacía crítica con bases, ¿tú crees que la crítica musical actual está pasando por un bache, una crisis tremenda?
FRC: Sí, creo que nunca había estado en un peor momento. Es una pena lo que sucedió con la Mosca y es una pena lo que ha sucedido con un montón de publicaciones. Actualmente no creo que alguna publicación pretenda ser crítica, pretenden hacer mercadotecnia, tener un espacio para poder colocar a las disqueras y hacer nexos con OCESA. Hacer crítica periodística en la música yo no lo he visto y no veo que haya como que una generación de periodistas que quieran hacerlo o que les interese. De hecho los mejores críticos musicales que conozco en este momento son músicos, son Alonso Arreola, son algunos músicos como José Manuel Aguilera que de repente escriben y que hacen cosas muy buenas y con mucha información y olfato.

¿Hugo García Michel?
FRC: No, lamentablemente creo que Hugo (quien fue director de la Mosca en la Pared) no. Hugo hizo la Mosca en un momento pero creo que no puedes ejercer la crítica y enarbolarte como el bastión crítico del rock nacional cuando tú eres radicalmente cero autocrítico. Yo creo que Hugo, que además es mi amigo y lo quiero mucho, carece patológicamente de autocrítica. El proyecto de la Mosca perdió a todos sus colaboradores porque Hugo siempre pensó que los periodistas tenemos que colaborar gratis en los proyectos de nuestros amigos, porque nunca se profesionalizó y porque tampoco entendió que las cosas cambiaron. Y está chido criticar y decir que todo es una mierda pero también está padre escuchar por qué es una mierda. Entonces yo cuando oigo a Hugo que dice Zoe me caga, todo me caga, me gustaría saber por qué. Porque a mí hay muchas cosas que me gustan mucho pero no encuentro un argumento y entonces me gustaría saber también por qué le caga Zoe y le caga Kinky y le caga todo eso, y le parece que su grupo (Los Pechos Privilegiados) está increíble. O sea como que hay unas incongruencias muy fuertes y no podemos a estas alturas de la vida ser tan radicalmente incongruentes como para hacer esas cosa.
Creo que lo de la Mosca sí es una tragedia, qué bueno que subsista pero la verdad es que no está chido que subsista como está subsistiendo (sólo por internet como La mosca en la Red). Tendría que recuperar ese poder, primero autocrítico para poder ser crítico. Y hay muchos periodistas en este país que son así, como que avientan la piedra afuera pero no les eches una piedrita adentro porque se rasgan sus vestiduras. No, seamos parejos, seamos un poco más autocríticos todos. Porque tampoco los artistas son aquellos que se dejan criticar tan fácilmente como antes. A mí me toco ese tiempo en el que había una crítica en la Mosca que era demoledora y el grupo se iba al carajo. Y pues no, la verdad es que tú puedes escribir una réplica y decir, sabes qué, no estoy de acuerdo y tú no tienes la razón por esto y por esto, dialogar y estar como abierto. No aventar la piedra y esconder la mano que es como un clásico en el periodismo nacional.

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